En mis más de 15 años de experiencia como consultor en prevención del lavado de activos y financiamiento del terrorismo – LA/FT, he observado un patrón preocupante en muchas organizaciones de diversos sectores: la creación inicial de políticas, procedimientos y controles destinados a prevenir el lavado de activos y financiamiento del terrorismo, pero una implementación deficiente y una ejecución en muchos casos inexistente.
La prevención del LA/FT no se limita a la creación de documentos; es una responsabilidad continua que exige un compromiso constante por parte de toda la organización.
La falacia de la implementación inicial
En mi experiencia, muchas empresas, al establecer sus políticas de prevención del LA/FT, creen que con la sola creación de estos documentos ya han cumplido con su responsabilidad. Sin embargo, la realidad es que estos esfuerzos son solo el primer paso en un proceso continuo y dinámico. La regulación en El Salvador, y en la mayoría de los países, establece claramente las responsabilidades de los sujetos obligados, incluyendo la implementación de mecanismos de Debida Diligencia, sistemas de monitoreo, reportes internos y externos, capacitación continua de su personal, entre otras.
Sin una ejecución y seguimiento adecuados, estas políticas corren el riesgo de convertirse en simples formalidades sin impacto real, dejando a las empresas vulnerables a los riesgos inherentes de lavado de activos y financiamiento del terrorismo.
Riesgos de la no ejecución y sus consecuencias
La falta de ejecución de estas políticas no solo compromete la efectividad de los sistemas de prevención de LA/FT, sino que también expone a la organización y a sus directivos a graves riesgos legales y reputacionales. El incumplimiento de estas regulaciones puede resultar en sanciones severas, desde el ámbito administrativo al penal. En algunos casos, la negligencia en la implementación y ejecución de estas políticas ha permitido que utilicen a empresas para el cometimiento de delitos, poniendo en riesgo la estabilidad financiera de las empresas y afectando su credibilidad en el mercado.
La importancia del uso de la tecnología
Para enfrentar estos desafíos, considero que es fundamental apoyarse en la tecnología adecuada, proporcional al tipo de entidad, su tamaño, complejidad y nivel de riesgo. La integración de herramientas tecnológicas puede mejorar significativamente la capacidad de las organizaciones para detectar y prevenir actividades sospechosas. Sistemas automatizados de monitoreo, análisis de datos y reportes pueden ayudar a identificar patrones inusuales y garantizar el cumplimiento continuo de la regulación y mitigar riesgos en las operaciones diarias.
Fortalecimiento de los controles internos
La aplicación efectiva de políticas de prevención de LA/FT no solo mitiga los riesgos asociados con el lavado de activos y financiamiento del terrorismo, sino que también fortalece los controles internos de las empresas en general. He observado cómo estas prácticas pueden contribuir a prevenir otros delitos como el fraude, la corrupción y el soborno. La implementación de controles robustos y la promoción de una cultura de cumplimiento pueden tener un efecto positivo en todas las áreas de la organización, aumentando la transparencia y la integridad operativa.
Compromiso de la Alta Dirección
Algo que no puedo dejar de mencionar es la importancia de que la alta dirección de las organizaciones se comprometa no solo con la creación y aprobación de estas políticas, sino también con su ejecución y monitoreo constante. Este compromiso debe reflejarse en acciones concretas, como el nombramiento de Oficiales o Encargados de Cumplimiento, la capacitación regular del personal y la implementación de auditorías. Estas medidas son esenciales para asegurar que las políticas no solo existan en papel, sino que se apliquen efectivamente en la práctica y se mantengan actualizadas frente a los cambios regulatorios y del entorno de las organizaciones.
Conclusiones
La prevención del lavado de activos y el financiamiento del terrorismo es una responsabilidad continua que requiere el compromiso y la acción constante de toda la organización. No basta con tener políticas y procedimientos bien escritos; es esencial implementarlos, monitorearlos y actualizarlos de manera regular para mitigar los riesgos y cumplir con las normativas vigentes. La alta dirección debe liderar con el ejemplo, asegurando que cada empleado entienda la importancia de estas políticas y se sienta responsable de su cumplimiento.
Al tomar estas medidas, las organizaciones no solo cumplirán con las leyes y regulaciones, sino que también protegerán su integridad, reputación y viabilidad a largo plazo en el mercado. Además, el uso de tecnología y el fortalecimiento de los controles internos contribuirán significativamente a la prevención de una amplia gama de delitos, beneficiando a la empresa en su conjunto.